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Posted by : Joel
domingo, 5 de enero de 2014
(... o el arte de igualar
para abajo)
Juan Sinpiernas era un hombre
que trabajaba como leñador.
Un día Juan compró
una sierra eléctrica pensando que esto
aligeraría mucho su trabajo.
La idea hubiera sido muy feliz si él hubiera tenido la precaución de aprender a manejar primero la sierra, pero no lo hizo.
La idea hubiera sido muy feliz si él hubiera tenido la precaución de aprender a manejar primero la sierra, pero no lo hizo.
Una mañana mientras trabajaba
en el bosque, el aullido de un lobo hizo que el
leñador se descuidara... La sierra eléctrica
se deslizó entre sus manos y Juan se accidentó
hiriéndose de gravedad en las dos piernas.
Nada pudieron hacer los médicos
para salvarlas, así que Juan Sinpiernas,
como si fuera víctima de la profética
determinación de su nombre, quedó
definitivamente postrado en un sillón por
el resto de su vida.
Juan estuvo deprimido durante
meses por el accidente y después de un
año, pareció que poco a poco empezaba
a mejorar.
No obstante, algo conspiró
contra su recuperación psíquica
e imprevistamente, Juan volvió a caer en
una profunda e increíble depresión.
Los médicos lo derivaron
a psiquiatría.
Juansinpiernas, después
de una pequeña resistencia, hizo la consulta.
El psiquiatra era amable y contenedor.
Juan se sintió en confianza rápidamente
y le contó sucintamente los hechos que
derivaron en su estado de ánimo.
El psiquiatra le dijo que comprendía
se depresión. La pérdida de las
piernas -dijo- era realmente un motivo muy genuino
para su angustia.
- Es que no es eso, doctor
-dijo Juan- mi depresión no tiene que ver
con la pérdida de las piernas. No es la
discapacidad lo que más me molesta. Lo
que más me duele es el cambio que ha tenido
la relación con mis amigos.
El psiquiatra abrió los
ojos y se quedó mirándolo, esperando
que Juan Sinpiernas completara su idea.
- Antes del accidente mis
amigos que me venían a buscar todos los
viernes para ir a bailar. Una o dos veces a la
semana nos reuníamos a chapotear en el
río y hacer carreras a nado. Hasta días
antes de mi operación algunos de los amigos
salíamos los domingos de mañana
a correr por la avenida costanera. Sin embargo,
parece que por el sólo hecho de haber sufrido
el accidente, no sólo he perdido las piernas,
sino que he perdido además las ganas de
mis amigos de compartir cosas conmigo. Ninguno
de ellos me ha vuelto a invitar desde entonces.
El psiquiatra lo miró y
se sonrió...
Le costaba creer que Juan Sinpiernas
no estuviera entendiendo lo absurdo de su planteo...
El psiquiatra le explicó
a Juan Sinpiernas que sus amigos no lo estaban
evitando por desamor o rechazo. Aunque fuera doloroso,
el accidente había modificado la realidad.
Le gustara o no, él ya no era el compañero
de elección para hacer esas mismas cosas
que antes compartían...
-Pero Dr. -interrumpió
Juan Sinpiernas- yo sé que puedo nadar,
correr y hasta bailar. Por suerte, pude aprender
a mejorar mi silla de ruedas y sé que nada
de eso me está vedado...
El doctor lo serenó y siguió
su razonamiento: Por supuesto que no había
nada en contra de que él siguiera haciendo
las mismas cosas, es más, era importantísimo
que siguiera haciéndolas. Simplemente,
era difícil seguir pretendiendo compartirlas
con sus relaciones de entonces.
El psiquiatra le explicó
a Juan que en realidad él podía
nadar, pero tenía que competir con quienes
tenían su misma dificultad... que podía
ir a bailar, pero en clubes y con otros a quienes
también les faltara las piernas... podía
salir a entrenarse por la costanera, pero debía
aprender a hacerlo con otros discapacitados.
Juan debía entender que
sus amigos no estarían con él ahora
como antes, porque ahora las condiciones entre
él y ellos eran diferentes....
Ya no eran sus pares.
Para poder hacer estas cosas que
él deseaba hacer y otras más, era
mejor acostumbrarse a hacerlo con sus iguales.
Tenía, entonces, que dedicar su energía
a fabricar nuevas relaciones con pares.
Juan sintió que un velo
se descorría dentro de su mente y esa sensación
lo serenó.
-Es difícil explicarle
cuanto le agradezco su ayuda, doctor - dijo Juan
- Vine casi forzado por sus colegas pero ahora
comprendo que tenía razón... He
entendido su mensaje y le aseguro que seguiré
sus consejos, doctor. Muchas gracias ha sido realmente
útil venir a la consulta.
-Nuevas relaciones con pares.
- Se repitió Juan para no olvidarlo.
Y entonces Juan Sinpiernas salió
del consultorio del psiquiatra, y volvió
a su casa...
y puso en condiciones su sierra eléctrica...
y puso en condiciones su sierra eléctrica...
Planeaba cortarles las piernas
a algunos de sus amigos, y "fabricar"
así.... algunos pares.
Jorge Bucay