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- El temido enemigo
Posted by : Joel
domingo, 5 de enero de 2014
La idea de este cuento llegó a mí escuchando un relato de Enrique Mariscal. Me permití, a partir de allí, prolongar el cuento para transformarlo en otra historia con otro mensaje y otro sentido.. Así como está ahora se lo regalé una tarde a mi amigo Norbi.Había una vez, en un reino muy lejano y perdido, un rey al que le gustaba mucho sentirse poderoso. Su deseo de poder no se satisfacía sólo con tenerlo, él necesitaba, además que todos lo admiraran por ser poderoso. Así como a la madrastra de Blanca Nieves no le alcanzaba con verse bella, también él necesitaba mirarse en un espejo que le dijera lo poderoso que era. El no tenia espejos mágicos, pero contaba con un montón de cortesanos y sirvientes a su alrededor a quienes preguntarle si él era el más poderoso reino.
Invariablemente todos le decían lo mismo:
- Alteza, eres muy poderoso,
pero tu sabes que el mago tiene un poder que nadie
posee: El conoce el futuro.
(En Aquel tiempo, alquimistas, filósofos, pensadores, religiosos y místicos eran llamados, genéricamente "magos").
El rey estaba muy celoso del mago del reino pues aquel no sólo tenía fama de ser un hombre muy bueno y generoso, sino que además, el pueblo entero lo amaba, lo admiraba y festejaba que él existiera y viviera allí.
(En Aquel tiempo, alquimistas, filósofos, pensadores, religiosos y místicos eran llamados, genéricamente "magos").
El rey estaba muy celoso del mago del reino pues aquel no sólo tenía fama de ser un hombre muy bueno y generoso, sino que además, el pueblo entero lo amaba, lo admiraba y festejaba que él existiera y viviera allí.
No decían lo mismo
del rey.
Quizás porque necesitaba
demostrar que era él quien mandaba, el
rey no era justo, ni ecuánime, y mucho
menos bondadoso.
Un día, cansado de
que la gente le contara lo poderoso y querido
que era el mago, o motivado por esa mezcla de
celos y temores que genera la envidia, el rey
urdió un plan:
Organizaría una gran
fiesta a la cual invitaría al mago. Después
de la cena, pediría la atención
de todos. Llamaría al mago al centro del
salón y delante de los cortesanos, le preguntaría
al mago si era cierto que sabía leer el
futuro. El invitado tendría dos posibilidades:
decir que no, defraudando así la admiración
de los demás, o decir que sí, confirmando
el motivo de su fama.
El rey estaba seguro que escogería
la segunda posibilidad. Entonces, le pediría
que le dijera la fecha en la que el mago del reino
iba a morir. Este daría una respuesta,
un día cualquiera, no importaba cual. En
ese mismo momento, planeaba el rey, sacar su espada
y matarlo. Conseguiría con esto dos cosas
de un solo golpe: la primera, deshacerse de su
enemigo para siempre; la segunda, demostrar que
el mago no había podido adelantarse al
futuro, ya que se había equivocado en su
predicción. Se acabarían, en una
sola noche, el mago y el mito de sus poderes...
Los preparativos se iniciaron
enseguida, y muy pronto el día del festejo
llegó...
... Después de la gran
cena, el rey hizo pasar al mago al centro y le
preguntó:
-¿ Es cierto que puedes
leer el futuro?
-Un poco- dijo el mago.
-¿ Y puedes leer tu
propio futuro?- preguntó el rey.
-Un poco- dijo el mago.
- Entonces quiero que me des
una prueba-dijo el rey-
¿Qué día
morirás?.. ¿Cuál es la fecha
de tu muerte?
El mago se sonrió,
lo miró a los ojos y no contestó.
- ¿Qué pasa
mago? - dijo el rey sonriente- ¿No lo sabes?
¿no es cierto que puedes
ver el futuro
- No es eso- dijo el mago-
pero lo que sé, no me animo a decírtelo.
¿ Cómo que no
te animas?- dijo el rey- ... Yo soy tu soberano
y te ordeno que me lo digas. Debes darte cuenta
de que es muy importante para el reino saber cuando
perderemos a sus personajes más eminentes...
Contéstame pues, ¿cuándo
morirá el mago del reino?
Luego de un tenso silencio,
el mago lo miró y dijo:
- No puedo precisarte la fecha,
pero sé que el mago morirá exactamente
un día antes que el rey...
Después de unos instantes,
el tiempo se congeló. Un murmullo corrió
por entre los invitados.
El rey siempre había
dicho que no creía en los magos ni en adivinaciones,
pero lo cierto es que no se animó a matar
al mago.
Lentamente el soberano bajó
los brazos y se quedó en silencio...
Los pensamientos se agolpaban
en su cabeza.
Se dio cuenta de que se había
equivocado.
Su odio había sido
el peor consejero.
- Alteza, te has puesto pálido.
¿Qué te sucede?- preguntó
el invitado.
- Me estoy sintiendo mal-
contestó el monarca- voy a ir a mi cuarto,
te agradezco que hayas venido.
Y con un gesto confuso giró
en silencio encaminándose a sus habitaciones...
El mago era astuto, había
dado la única respuesta que evitaría
su muerte.
¿Habría leído
su mente?
La predicción no podía
ser cierta. Pero... ¿Y si lo fuera?
Estaba aturdido....
Se le ocurrió que sería
trágico que le pasara algo al mago camino
a su casa
El rey volvió sobre
sus pasos, y dijo en voz alta:
-Mago, eres famoso en el reino
por tu sabiduría, te ruego que pases esta
noche en el palacio pues debo consultarte por
la mañana sobre algunas decisiones reales.
-! Majestad!. Será
un gran honor... - dijo el invitado con una reverencia.
El rey dio órdenes
a sus guardias personales para que acompañaran
al mago hasta las habitaciones de huéspedes
en el palacio y custodiasen su puerta asegurándose
de que nada le pasara...
Esa noche el soberano no pudo
conciliar el sueño. Estuvo muy inquieto
pensando que pasaría si al mago le hubiera
caído mal la comida, o si se hubiera hecho
daño accidentalmente durante la noche,
o si, simplemente, le hubiera llegado su hora.
Bien temprano en la mañana
el rey golpeó en las habitaciones de su
invitado.
El nunca en su vida había
pensado en consultar ninguna de sus decisiones,
pero esta vez, en cuanto el mago lo recibió,
hizo la pregunta.... necesitaba una excusa.
Y el mago, que era un sabio,
le dio una respuesta correcta, creativa y justa.
El rey, casi sin escuchar
la respuesta, alabó a su huésped
por su inteligencia y le pidió que se quedara
un día más, supuestamente, para
"consultarle" otro asunto... (obviamente,
el rey sólo quería asegurarse de
que nada le pasara).
El mago- que gozaba de la
libertad que sólo conquistan los iluminados-
aceptó..
Desde entonces todos los días,
por la mañana o por la tarde, el rey iba
hasta las habitaciones del mago para consultarlo
y lo comprometía para una nueva consulta
al día siguiente.
No pasó mucho tiempo
antes de que el rey se diera cuanta de que los
consejos de su nuevo asesor eran siempre acertados
y terminara , casi sin notarlo, teniéndolos
en cuenta en cada una de sus decisiones.
Pasaron los meses y luego los años.
Pasaron los meses y luego los años.
Y como siempre... estar cerca
del que sabe vuelve al que no sabe, más
sabio. .
Así fue: el rey poco
a poco se fue volviendo más y más
justo. Ya no era despótico ni autoritario.
Dejó de necesitar sentirse poderoso, y
seguramente por ello dejó de necesitar
demostrar su poder.
Empezó a aprender que
la humildad también podía tener
sus ventajas.
Empezó a reinar de
una manera más sabia y bondadosa.
Y sucedió que su pueblo
empezó a quererlo, como nunca lo había
querido antes.
El rey ya no iba a ver al
mago investigando por su salud, iba realmente
para aprender, para compartir una decisión
o simplemente para charlar.
El rey y el mago habían
llegado a ser excelentes amigos.
Hasta que un día, a
más de cuatro años de aquella cena,
sin motivo, el rey recordó.
Recordó que este hombre,
a quien consideraba ahora su mejor amigo, había
sido su más odiado enemigo.
Recordó aquel plan que alguna vez urdió para matarlo.
Recordó aquel plan que alguna vez urdió para matarlo.
Y se dio cuenta de que no
podía seguir manteniendo este secreto sin
sentirse un hipócrita.
El rey tomó coraje
y fue hasta la habitación del mago. Golpeó
la puerta y apenas entró, le dijo:
- Hermano mío, tengo
algo para contarte que me oprime el pecho.
- Dime- dijo el mago- y alivia
tu corazón
- Aquella noche, cuando te
invité a cenar y te pregunté sobre
tu muerte, yo no quería en realidad saber
tu futuro, planeaba matarte frente a cualquier
cosa que me dijeras, quería que tu muerte
inesperada desmitificara tu fama de adivino. Te
odiaba porque todos te amaban.... Estoy tan avergonzado...
El rey suspiró profundamente
y siguió:
- Aquella noche no me animé
a matarte y ahora que somos amigos, y más
que amigos, hermanos, me aterra pensar todo lo
que hubiera perdido si lo hubiera hecho.
Hoy he sentido que no puedo
seguir ocultándote mi infamia.
Necesité decirte todo
esto para que tú me perdones o me desprecies,
pero sin ocultamientos.
El mago lo miró y dijo:
- Has tardado mucho tiempo
en poder decírmelo, pero de todas maneras,
me alegra que lo hayas hecho, porque esto es lo
único que me permitirá decirte que
ya lo sabía. Cuando me hiciste la pregunta
y acariciaste con la mano el puño de tu
espada, fue tan clara tu intención, que
no hacia falta ser adivino para darse cuenta de
lo que pensabas hacer. - el mago sonrió
y puso su mano en el hombro del rey. - Como justa
devolución a tu sinceridad, debo decirte
que yo también te mentí... Te confieso
que inventé es absurda historia de mi muerte
antes de la tuya para darte una lección.
Una lección que recién hoy estás
en condiciones de aprender, quizás la más
importante cosa que te haya enseñado:
Vamos por el mundo odiando
y rechazando aspectos de los otros y hasta de
nosotros mismos que creemos despreciables, amenazantes
o inútiles... y sin embargo, si nos damos
tiempo, terminamos dándonos cuenta de lo
mucho que nos costaría vivir sin aquellas
cosas que en un momento rechazamos.
Tu muerte, querido amigo,
llegará justo, justo el día de tu
muerte, y ni un minuto antes. Es importante que
sepas que yo estoy viejo, y mi día seguramente
se acerca. No hay ninguna razón para pensar
que tu partida deba estar atada a la mía.
Son nuestras vidas las que se han ligado, no nuestras
muertes.
El rey y el mago se abrazaron
y festejaron brindando por la confianza que cada
uno sentía en esta relación que
habían sabido construir juntos...
Cuenta la leyenda....
que misteriosamente...
esa misma noche...
el mago...
murió durante el sueño.
El rey se enteró de la mala noticia a la
mañana siguiente.... y se sintió
desolado.
No estaba angustiado por la
idea de su propia muerte, había aprendido
del mago a desapegarse hasta de su permanencia
en este mundo.
Estaba triste por la muerte
de su amigo.
¿Qué coincidencia
extraña había hecho que el rey le
pudiera contar esto al mago justo la noche anterior
a su muerte?
Tal vez de alguna manera desconocida
el mago había hecho que él pudiera
decirle esto para poder quitarle su fantasía
de morirse un día después.
Un último acto de amor
para liberarlo de sus temores de otros tiempos....
Cuentan que el rey se levantó
y que con sus propias manos cavó en el
jardín, bajo su ventana, una tumba para
su amigo, el mago.
enterró allí
su cuerpo y el resto del día se quedó
al lado del montículo de tierra, llorando
como sólo se llora ante la pérdida
de los seres más queridos.
Y recién entrada la
noche, el rey volvió a su habitación.
Cuenta la leyenda.... que
esa misma noche.... venticuatro horas después
de la muerte del mago, el rey murió en
su lecho mientras dormía....
quizás de casualidad...
quizás de dolor....
quizás para confirmar
la última enseñanza de su maestro.
Jorge Bucay