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- Cómo tratar con un cínico y no morirse de angustia
Posted by : Joel
sábado, 4 de enero de 2014
Para comenzar diremos que el cinismo es una secta filosófica nacida en Grecia en el siglo IV a.C., cuyo principal representante fue Diógenes quien proclamaba la idea de la "libertad total". Fue discípulo de Antístenes quien desarrolló toda una escuela sobre la vida sencilla y natural, comer lo necesario, resistir al frío, al dolor y carecer de ambiciones, como los perros.
Precisamente "Kinos" en griego significa perros, de allí deriva la palabra que da nombre a ese modo de vida.
Diógenes
era llamado perro, debido a su desvergüenza, descaro e impudicia, se
tiraba sonoros pedos en cualquier reunión social y orinaba sobre las
personas, defecaba cuando tenía ganas en cualquier sitio, aún dentro de
casas ajenas y se masturbaba a la vista de todo el mundo, aprovechaba
las reuniones sociales para demostrar su protesta mediante las acciones
consideradas impúdicas para demostrarle a la sociedad lo vano y ridículo
de sus pretensiones de civilización. El pensamiento de Diógenes nos ha
llegado a través de anécdotas, las cuales nos hacen reír y pensar al
mismo tiempo. Precisamente, en ese acto de pensar que nos lleva a
reformular acciones, podemos encontrar respuestas que nos remiten a lo
real del cuerpo enfrentándose a nuestro simbólico mundo de concepciones
perceptuales y sometidas a la regla, de la cual no todos comparten en la
misma medida.
Se cuenta que una vez un hombre de alta sociedad lo
llevó como invitado a su casa a la que asistirían encumbrados personajes
de la sociedad de su época, pero le advirtió y le pidió que no
escupiera dentro de la casa, diciéndole que había otros lugares viles
donde poder escupir, así fue que en determinado momento de la reunión,
Diógenes carraspeó y lanzó un certero escupitajo en la cara del
anfitrión, diciéndole que no había encontrado otro lugar más vil que ese
para escupir.
Diógenes, como buen cínico, era experto en ver el
punto débil de una teoría como así también pasar al acto en el trato
con las personas para demostrarles a través de una osada provocación sus
errores, como aquella vez en que Platón definió al hombre como un
"bípedo implume", entonces Diógenes salió corriendo y trajo un gallo
desplumado y lo colocó sobre la mesa diciendo "he aquí el hombre de
Platón" tras lo cual Platón redefinió sus dichos al añadir "con uñas
planas". En otra ocasión, Diógenes descansaba tirado sobre unas
escaleras cuando se acercó el prestigioso Alejandro Magno y le dijo:
"Soy Alejandro, pídeme lo que quieras que te lo daré", a lo cual
Diógenes levantando cansinamente la cabeza le respondió: "Que te apartes
y me dejes tomar sol".
Vivía en un tonel con apenas una raída,
sucia y vieja frazada, proclamaba la vida libre y el desprecio por todo
aquello que era considerado por la sociedad como muy valioso. Murió
entre los ochenta y noventa años el día 13 de Junio del año 323 a.C. el
mismo día que Alejandro Magno.
Nuestros diccionarios definen al cínico como persona mentirosa y cruel,
lo cual es una acepción distinta de la verdadera esencia del cinismo,
pues los verdaderos cínicos no mienten, aunque si bien pueden llegar a
ser crueles en determinadas ocasiones, la mentira está fuera de su
doctrina y no pueden hacerlo ya que para ellos la mentira es aquello
sobre lo que enfocan su lucha por demostrar que la verdad es la esencia
de su hacer que está en concordancia con el orden natural y no con el
elaborado y simbólico mundo de la sociedad. A veces pueden usar la
mentira como una herramienta para develar una falsedad de lo presentado,
pero no mienten por conveniencia personal. Cuando mienten por
conveniencia personal, es posible decir que se trata de una persona
cínica, pero cabría aclarar que además de cínica, tambien es canalla. Y
si es un canalla está cayendo bajo la designación a la que el cínico
somete al resto de la sociedad que critica, por lo tanto no es más que
un ser social enemistado con la sociedad, y si su lucha es debido a esa
enemistad está en el polo opuesto de un mismo plano, no escapa del
mismo.
Los comportamientos cínicos en nuestra vida cotidiana
tienen una relación distinta y motivos diferentes a los que Diógenes
acostumbraba a la sociedad de su tiempo, aunque de alguna manera señalan
los errores, pero por supuesto, no tienen la carga didáctica que habría
tenido el filósofo. Se ha intentado ver en los movimientos hippies del
mundo cierto cinismo, pero en realidad el movimiento hippie tenía la
intención de hacer reaccionar a los gobiernos de los errores cometidos y
no estaban eximidos de la angustia que provoca el enfrentamiento con
quienes detentan el poder.
Al cínico actual podemos encontrarlo
en cualquier lugar, sin harapos y durmiendo en sus modernas casas,
escribiendo, trabajando, estudiando, como cualquier otro, se destaca más
que nada por su incansable denostación del pensamiento de cualquiera
que se le ponga en frente y defenestrando a cualquier persona, desprecia
los bienes personales ajenos, pero secretamente los desearía para sí
mismo, autoriza a cualquiera a hacer lo que le venga en gana en
cualquier lugar sólo con el slogan del placer adornándolo de palabras
que suenen a sabiduría. El cínico vive para su deleite personal y
subjetivamente sabe que su goce se juega allí aún a costa del
sufrimiento de los demás. No repara en daños colaterales ni en pérdidas
cuando lo que busca es destronar algún pensamiento o posición subjetiva
del otro frente a determinada experiencia, de alguna manera exhorta a
los demás que sigan haciendo lo que les venga en gana como una manera de
justificarse a través de la complicidad revestida de pensamientos
pseudo-profundos, pero si todo esto se le aplicara a él mismo, surgiría
de inmediato una barrera defensiva arguyendo que no se le respeta y se
violentan sus derechos.
Nunca invites a un cínico a tu fiesta,
pues te la arruinará en cualquier momento o quizás justo cuando vea que
tus defensas sociales han bajado, será entonces como al modo del
legendario filósofo lanzará todo su cinismo allí donde menos te lo
esperes. Tal vez Diógenes, además de haber inaugurado la escuela cínica
con sus ejemplos de vida solitaria y desprecio de bienes materiales,
comiendo sobras o carne cruda, nos haya dejado también el camino de
salvación de su descaro cuando una sombra cayó sobre él y dijo: "Soy
Alejandro, pide lo que quieras que te lo daré" y cansinamente Diógenes
le respondió: "Que te apartes y me dejes tomar sol". Tal vez eso es lo
mejor que podamos hacer si no queremos enredarnos en una eterna disputa
de la cual finalmente ninguno de los 2 ganará: apartarnos de su camino,
pues el sol sale para todos.
cínico, -ca adj./s. m. y f.
1 Se aplica a la persona que miente o comete actos vergonzosos con descaro, sin ocultarse, disimularlo ni sentir vergüenza.
— adj.
2 Que implica o denota cinismo (actitud).
3
Relativo al cinismo (doctrina filosófica de la escuela socrática
fundada por Antístenes. Los cínicos fueron el eslabón entre la filosofía
clásica griega y el estoicismo).
— adj./s. m. y f.
4 Se aplica a la persona partidaria o seguidora del cinismo (doctrina filosófica).
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