Posted by : Joel miércoles, 1 de enero de 2014

Capítulo XII

 El pergamino número cinco
Viviré este día como si fuese el último día de mi vida.
 El tiempo es nuestro aliado si sabemos aprovecharlo, la enseñanza de este pergamino esta dirigida al factor tiempo, cada día cada hora no podrá ser repuesta, solo tenernos el valor de hoy para vivir y crecer, los dolores del pasado quedaran en el pasado, solo hoy queda para corregir cada error y mejorar constantemente para no repetirlo, el futuro solo existe y yace en el futuro, solo en el presente el ahora es para dedicarse a no perder en acciones que no traigan provechos, el presente es para aprovecharlo empleando acciones que traigan resultados.
 ¿Y qué haré con este último día de valor incalculable que me queda? Primero, sellaré el contenido de la vida de manera que ni una gota se derrame sobre la arena. No perderé ni un momento siquiera en lamentarme por las desgracias del ayer, las derrotas del ayer, los sufrimientos del ayer, porque ¿por qué debo desperdiciar lo que es bueno en lo malo?
¿Puede la arena deslizarse hacia arriba en el reloj? ¿Saldrá el sol donde se pone y se pondrá donde sale? ¿Puedo vivir de nuevo los errores del ayer y corregirlos? ¿Puedo hacer que etornen las heridas del ayer y sanarlas? ¿Puedo volverme más joven que ayer? ¿Puedo desdecirme del mal que he hablado, anular los golpes que he asestado, el dolor que he provocado? No, el ayer ha quedado sepultado para siempre y no pensaré más en él.
 No! El mañana yace sepultado con el ayer, y no pensaré más en él. Viviré este día de mi existencia.
 Este día es todo lo que tengo, y estas horas son ahora mi eternidad.
 ¿Qué valor asignaré a las horas que me quedan? Las consideraré inapreciables.
 Eludiré con ahínco a todo aquello que mata el tiempo. A la indecisión destruiré con la acción; sepultaré las dudas bajo la fe; el temor destruiré con la confianza. No escucharé a los labios ociosos; no me quedaré donde hay manos ociosas; a personas ociosas no visitaré. De aquí en adelante sabré que el cortejar la ociosidad equivale a robar alimentos, ropas y calor de aquellos a quienes amamos. No soy ladrón. Soy un hombre que siente cariño en su corazón y hoy es mi última oportunidad de demostrar mi cariño y mi grandeza.
 Los deberes de hoy cumpliré hoy. Hoy acariciaré a mis hijos mientras son niños aún; mañana se habrán ido, y yo también. Hoy abrazaré a mi mujer y la besaré dulcemente; mañana ya no estará ni yo tampoco; hoy le prestaré ayuda al amigo necesitado; mañana ya no clamará pidiendo ayuda, ni tampoco yo podré oír su clamor. Hoy me sacrificaré y me consagraré al trabajo; mañana no tendré nada que dar, y no habrá nada que recibir.

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